Cuando la noche cae y buscamos refugio en la comodidad de nuestras camas, cada uno de nosotros adopta esa postura que nos promete la mejor oportunidad para un descanso plácido y reconfortante. Para un considerable número de personas, el acto de abrazar una almohada no es solo una cuestión de confort, sino un eco de una práctica arraigada desde la infancia, cuando encontrar consuelo en un objeto suave y reconfortante, como un peluche o una manta, era esencial para sentirse seguros y sosegados ante los temores y ansiedades de la vida.
Esta necesidad de abrazar para encontrar seguridad trasciende a la edad adulta, donde el peluche de antaño da paso a la almohada, convirtiéndose en una suerte de ancla emocional en la inmensidad de la noche. Las personas que mantienen este hábito nocturno a menudo reflejan un alto valor por las relaciones interpersonales, ya sea con amigos, familiares o seres queridos, mostrando, en su entorno más privado, la importancia que dan al apoyo y al confort emocional.
Asimismo, aquellos que se acurrucan entre almohadas pueden ser aquellos altruistas que, durante el día, ponen las necesidades de los demás por delante de las propias. En la noche, a través de un simple gesto de abrazar una almohada, buscan, quizás sin darse cuenta, el merecido consuelo y el cuidado que tan generosamente ofrecen al mundo.
Abramos entonces la ventana a esta íntima faceta de nuestras vidas nocturnas, explorando no solo el confort físico que proporciona abrazar una almohada, sino también el refugio emocional que representa para muchos, una práctica que resuena con las necesidades más humanas de protección y calma.
¿Por qué la gente abraza una almohada al dormir?
Existen múltiples factores, desde comportamentales y cognitivos hasta físicos, que explican por qué los adultos abrazan almohadas mientras duermen.
Algunos lo hacen buscando un consuelo emocional y físico, mientras que otros lo hacen para aliviar alguna molestia física o los inconvenientes del embarazo durante el sueño.
No Querer Estar Solo
Hay personas que no pueden dormir sin abrazar una almohada porque esto les ayuda a manejar el estrés, la ansiedad o el miedo.
Una almohada proporciona la comodidad emocional y física de no sentirse solo. Sin embargo, abrazar una almohada no es tan simple como parece, ya que este comportamiento se inicia en la infancia.
Los padres arropan a sus bebés con mantas cálidas y confortables, lo que proporciona al niño un sentido de protección. Los nervios de un infante aún están en desarrollo.
Al arropar a un niño, se evita que los movimientos bruscos durante el sueño los despierten. Cuando se convierten en niños pequeños, ya no necesitan ser arropados. En esta etapa, ya han aprendido sobre el miedo.
A menudo, a los niños pequeños se les da un juguete suave o una manta para que se aferren durante la noche y no se despierten por sus temores. Los niños enfrentan numerosas situaciones en la escuela, en casa y entre sus amigos que pueden causarles preocupaciones o miedos.
Ejemplos de tales situaciones incluyen el acoso escolar o problemas en casa entre sus padres. Por lo tanto, aprenden a depender de objetos inanimados suaves para ayudarles a dormir a medida que crecen.
Cuando los niños se convierten en adolescentes, buscan otras formas de lidiar con el miedo y la ansiedad. La mayoría de ellos guardan su juguete de peluche, reemplazándolo por algo más adulto.
Esto podría ser una almohada o un edredón. A medida que envejecen, abrazar una almohada sigue siendo una constante que les ayuda a lidiar con el estrés y las preocupaciones.
Abrazar una almohada en busca de confort emocional durante el sueño no es malo, ya que no provoca daño físico. Esto es diferente del alcohol o las drogas, que también se utilizan para manejar las emociones.
Disminuye tus ronquidos o episodios de apnea del sueño
Si sufres de ronquidos o apnea del sueño, abrazar una almohada podría apuntar más a un beneficio físico que emocional.
Los ronquidos suelen ser un problema que perturba el sueño, afectando tanto a la persona que ronca como a su pareja, provocando un descanso intermitente, insomnio, sensación de aturdimiento y dificultades para concentrarse durante el día.
Los ronquidos, especialmente si están asociados con la apnea del sueño, incrementan el riesgo de sufrir hipertensión, enfermedades del corazón, alteraciones del ánimo y problemas cognitivos, como la dificultad para recordar.
Una de las maneras más efectivas para mitigar los ronquidos o los episodios de apnea es dormir de costado. Abrazar una almohada grande o incluso una almohada estándar puede ayudar a mantener el cuerpo en esta posición lateral durante toda la noche.
Cuando una persona duerme boca arriba, la base de la lengua y el velo del paladar tienden a caer hacia la parte trasera de la garganta, creando una vibración sonora al respirar, es decir, el ronquido.
En una investigación de Oksenberg y colaboradores, se descubrió que cerca del 54% de las personas que roncaban lo hacían dependiendo de su posición, particularmente cuando estaban acostadas boca arriba.
Los ronquidos habituales son un indicador significativo de la apnea del sueño, un trastorno donde la respiración se interrumpe durante el sueño debido a que los músculos de la garganta se relajan demasiado. El 75% de quienes roncan tienen apnea obstructiva del sueño.
Durante la gestación
En el transcurso de la gestación, las maneras habituales de dormir pueden dejar de ser una opción.
Acostarse boca arriba puede conllevar a dificultades para respirar, problemas digestivos, dolor lumbar, baja presión arterial, hemorroides y una circulación reducida tanto para la madre como para el feto.
Esto ocurre porque el peso del abdomen ejerce presión sobre vasos sanguíneos cruciales y órganos internos.
A las futuras madres se les sugiere dormir de lado y el uso de una almohada para el cuerpo puede ser un apoyo para mantener esta postura. El abrazo a una almohada también aporta una sensación de calidez y confort durante el reposo.
Si te resulta imprescindible el uso de una almohada para el cuerpo para conciliar el sueño, es probable que se haya convertido en un hábito durante el embarazo.
Preciar conexiones personales Dormir puede representar el momento de mayor vulnerabilidad y sinceridad para muchas personas.
Quienes no pueden conciliar el sueño sin abrazar una almohada suelen darle gran importancia a sus vínculos afectivos con sus seres queridos.
El acto de abrazar una almohada les permite recrear ese sentimiento de conexión incluso en el estado de sueño.
Enfoque en la rutina
Si sigues un patrón específico, como tomar una almohada cada noche y abrazarla para dormir, esto te resultará familiar.
Si esto te describe, entonces la almohada puede haberse convertido en un indicativo para tu mente de que es hora de tranquilizarse y prepararse para el descanso. Las almohadas contribuyen a un bienestar físico y emocional.
En el caso de las personas con ansiedad, a menudo luchan por mantenerse en el momento presente y son conscientes de su entorno. Si sufres de ansiedad, el hecho de abrazar una almohada podría ayudarte a relajarte y a conciliar el sueño más rápidamente.
Necesitar seguridad
Muchas personas requieren de una almohada para lograr un sueño profundo y reparador. Sin embargo, algunas pueden sentir la necesidad de tener varias almohadas alrededor, colocando una entre las piernas y otra en los brazos.
Si te descubres durmiendo en medio de un fuerte de almohadas, podría ser indicativo de una sensación de inseguridad. Esto podría derivar de un temor profundo y subconsciente a que algo malo suceda si no te encuentras rodeado de protección mientras duermes.